Todos tenemos imaginación, pero pareciera que con el paso de
los años nos olvidamos de lo que es. Recuerda cuando eras niño y jugabas a que
eras uno de esos grandes héroes de caricatura e inventabas diálogos, solo o
acompañado, le dabas vuelo a la imaginación hasta en la comida, ¿Cuántos de
ustedes no se ponían a fantasear con unas galletas de animalitos y un vaso de
leche? Pero ahora, cuando ya estudias o trabajas, parece que la imaginación ha
terminado y que ya no hay tiempo para crear fantasías.
Sin embargo, no hay que dar todo por perdido, pues en la
literatura hay algo llamado fantasía y ciencia ficción, y aunque esto no
significa que de ahora en adelante te conviertas en un lector empedernido, si
puedes darte cuenta que la imaginación y la fantasía también se plasman en
letras y no solo en imágenes, como en el cine.
Y no es que esté en contra del cine de ciencia ficción, mas
bien hay que darle honor a quien honor merece, porque muchas películas de gran
éxito en taquilla están basadas en interesantes libros que a veces ni
conocemos.
Vivimos siempre con el deseo de conocer otro planeta, otro
espacio; de saber qué mundo raro se esconde del otro lado del espejo de nuestra
propia realidad física, porque interiormente están nuestro pasado, deseos y sueños.
Y es que pareciera que a determinada edad, cuando nos
consideramos adultos, nos da miedo fantasear, o dejamos que la imaginación se
vuelva cosa de niños, porque para “la gente normal” fantasía e imaginación,
también van ligados con mentira e invención. Algo así fue lo que le paso al
escritor Michel Ende, a quien siempre se le criticó por defender y reivindicar
el espíritu de la fantasía en sus cuentos.
A veces también pensamos que lo fantástico es solamente un
mundo irreal lleno de criaturas raras, por ende, en su libro “El ponche de los
deseos”, no expresa precisamente ese escenario boscoso y fantasiosamente fuera
de la realidad; es mas bien un texto sencillo de trama ingenua en donde el
final parece adivinarse desde el principio, al desnudar claramente la oposición
entre el bien y el mal.
No deberíamos encasillarnos en un solo tipo de escritor,
debemos aprender de los distintos escritores de libros de fantasía, autores
capaces de ponerse en relación con ésta y de recorrer sus distintos senderos. Los
escritores nos ayudan a descubrir la lengua, pero también nos ofrecen
capacidades de sorpresa e invención, nos brindan instrumentos para descubrir
cosas y adelantarnos en su significado.
La literatura de Ana María Shua se contempla en diferentes géneros,
pero sus libros expresan que la fantasía no obedece las reglas de ningún género.
En el libro “la Sueñera”, el sueño parece estar conformado de fragmentos
permanentes de pesadillas, visiones y poemas.
Por ultimo, se podría decir a las personas que nos les gusta
este tipo de literatura o que la consideran como absurda: ¡no pasa nada!, pero
recuerden que siempre existe el deseo por conocer otros mundos y que podemos
ingresar a ellos a través del reino de la fantasía que precisamente esta en nosotros.
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